martes, 5 de junio de 2007

Cuando ruge la marabunta


Charlton Heston dio vida a un rico hacendado sudamericano, que se casó por poderes con una desconocida opuesta a él en todo. Las desavenencias en el matrimonio de conveniencia llevaba camino de la tragedia, pero la invasión de millones de hormigas que amenazaban con devastarlo todo, puso en ellos un punto de entendimiento, aparcando temporalmente las diferencias…

He recordado esta película durante la pasada campaña electoral porque en la misma se han visto las enormes diferencias conceptuales que existen entre el PSOE y parte de la militancia del PP. Dentro de los dos partidos existen “desmoquetados” que andan crujiendo los dientes por lo injusto de su situación, porque en política nadie acepta que se le aparte con una sonrisa y nadie entona el “fue bonito mientras duró”. Todo el que ha pisado moqueta se queda aferrado a ella porque, ya se sabe, “fuera hace mucho frío”. Pero el caso es que “cuando ruge la marabunta” y se vislumbra peligro inminente, en el PSOE saben aparcar las diferencias, porque el peligro está fuera, mientras que en el PP no faltan caines y francotiradores de sus propias filas, encargados de ensanchar las diferencias y ayudando a la marabunta en su avance devastador. Es una especie diabólica de “mientras peor, mejor” que sintetizó muy bien Pío Cabanillas; “Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”.

La retirada de Ibarra disparó las alarmas en el PSOE porque la nueva situación tras el “ibarrismo” no estaba controlada y ante temor de que el fuego arrasara la heredad, todos fueron a por mangueras y extintores, aparcando las diferencias hasta que pasara el peligro. Puede decirse que el rugido de la marabunta los unió, porque vieron con claridad que el mayor peligro eran las hormigas que avanzaban hacia ellos ¿Y en el PP? En el PP ha subido mucho “el espíritu de la colmena”, pero menos, porque persisten los individualismos y sufre en sus filas un cainismo tan zafio como trasnochado. Tiene un electorado fiel y una militancia ejerciente en la mayoría de sus afiliados, pero aunque sobren dedos en una mano para contarlos, subsisten los agazapados dispuestos a saltar, cuchillo en mano, para producir más sangría y ensanchar la herida.

Se sabe que son siempre los mismos y se sabe que van a aullar a la luna en periodos muy concretos, pero eso no evita que, aunque se repitan, repitan el daño que hacen, porque anclados en odios sarracenos y ambiciones de borgias, son incapaces de aparcar las diferencias en favor del colectivo. Un colectivo del que, paradogicamente, se sienten parte importante. Un colectivo que está al margen de intrigas, rencillas y duelos al amanecer y que lo que quiere es que su partido, el PP, avance, llegue y pueda gobernar.

El resultado más evidente es que el PSOE se crece en momentos de peligro y es capaz de superar sus propios miedos, mientras que el PP va siempre lastrado por el absurdo personalismo de los que hoy no son capaces de aportar nada que no sea el exabrupto y el salivazo contra los de sus propias filas. ¿Cómo se justifica que los que dicen querer tanto al PP se empleen con tanta devoción contra el PP y sus dirigentes, sus estrategias, sus resultados…? Ya sé que la subida de Vara, 6000 votos más que Ibarra, y que la estabilidad del PP, sumando un escaño más, tiene otros análisis y puede verse desde otros prismas, pero es evidente que en el PSOE, “cuando ruge la marabunta” se unen porque no ven otro peligro que la marabunta.


También es evidente que el PP tiene minas antipersonas en su propio suelo y que zizagueando para evitarlas se pierde mucho tiempo y se hace muy penosa la travesía. ¿Hasta cuando? Hasta que aprendan que la fuerza de la abeja está en la colmena y que hay que unirse cuando ruge la marabunta.

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