viernes, 27 de abril de 2007

¿El ayer o el mañana?


Parece que hay unanimidad en la consideración de que en las próximas elecciones autonómicas se acaba el paseo triunfal del PSOE y que los dos partidos, PSOE y PP, se mueven en un tramo electoral en el que la victoria puede caer en cualquiera de las dos orillas. Se detecta euforia en el PP e incertidumbre en el PSOE porque, por primera vez en estos últimos veinticinco años, se presenta un panorama desconocido que deja el resultado muy abierto. Hasta ahora la incógnita estaba en saber si el PSOE subiría o bajaría algún escaño, pero sin cuestionar una mayoría absoluta que se daba por segura, pero el tiempo muerde incluso al acero mas templado y después de un cuarto de siglo, todas las encuestas señalan un empate técnico entre los dos partidos y pueden ser unos pocos votos los que decidan el resultado final.

¿El PSOE o el PP? ¿El ayer o el mañana? Los socialistas siguen echando la culpa de nuestra situación a “la herencia recibida”, pero parecen pasar por alto que otras comunidades, incluso peor situadas que Extremadura, han sabido aprovechar estos años y hoy nos miran desde posiciones más ventajosas. ¿Cuántos años más necesitan para desprenderse del lastre de “la herencia recibida”?. Durante todo este tiempo en Extremadura ha habido cambios sustanciales que, por visibles y evidentes, no se pueden negar, pero no hemos progresado en la medida de lo que se exigía, ni del esfuerzo solidario que se aportaba y hemos dejado pasar muchos trenes en beneficio de los que supieron apostar más por la eficacia que por el populismo y la demagogia. Hoy resulta risible echar la culpa al pasado, porque el pasado hay que contabilizarlo dentro de estos veinticinco años en los que el PSOE ha gozado de toda la confianza y de todas las oportunidades. Aunque les duela son el pasado, con todas las luces y todas las sombras, pero son el pasado. La mayoría del electorado comenzó su andadura democrática con los socialistas y tiene asimilada sus formas y sus caras con el poder, por lo que resulta paradójico que pretendan vender “nuevos tiempos” malcopiándole el eslogan a Álvarez del Manzano, el ex alcalde popular de Madrid.

No hay que renunciar a lo que se es ni a como se es y si están orgullosos de lo que han hecho ¿por qué intentan soltar el lastre del pasado para alinearse con unos nuevos tiempos que ya peinan canas? En las próximas elecciones se dan circunstancias muy novedosas, porque el cartel electoral del PSOE es distinto pero, aún así, el electorado habrá de elegir entre más de lo mismo y lo diferente, entre el ayer y el mañana, entre el pasado y el futuro. ¿Que hace cuatro años se repitió este esquema? No es cierto, porque hace cuatro años no estaba organizada una alternativa como la de hoy. De todos modos, los que se encuentren satisfechos y quieran perpetuar el viejo esquema del bla, bla, bla, pueden votar por el continuismo, que es tan legítimo como los que deseen renovación y futuro. ¿El ayer o el mañana? He ahí el dilema.

martes, 24 de abril de 2007

Más estrella que juez


Si yo tuviera el infortunio de pasar por un trance judicial y me diera de frente con la Audiencia Nacional, mi desgracia sería doble si cayera en manos del juez Garzón. La razón es que yo no confío en la equidad de este señor y creo sinceramente que sus determinaciones están supeditadas a un cúmulo de circunstancias, más mediáticas que legales. Se le define como "juez estrella" y eso ya dice bastante de él, porque los que aún seguimos creyendo en el sistema, aspiramos a un juez sensato, silencioso, ecuánime y reflexivo, al margen de divismo de los relumbrones de portada y fogonazos de la tribuna pública.

Creo que el juez Garzón no puede vivir sin el calorcillo de los focos y que su punto di mira lo tiene más en las dianas mediáticas que en la razón, primera y última, de la Justicia. No tengo ninguna confianza en un juez que está en todos los guisos, que opina de todo, que no sale de un charco y ya está metido en otro y que tiene una demostrada vocación política y mediática. Justicia y política no son términos contrapuestos, pero tampoco son complementarios y yo, no puedo evitarlo, pongo en cuarentena mental todas las determinaciones de este juez que, aunque lo sea, me parece poco fiable.

Ahora trasciende la noticia de que Garzón es el responsable directo de que Batasuna haya recuperado 48 "herriko tabernas" y yo me pregunto que a qué juega este señor.

Si los plazos han caducado el embargo porque Garzón no lo ha renovado a tiempo ¿no se le pueden pedir responsabilidades?, ¿no se puede juzgar al juez?. El Tribunal Supremo no debería quedarse al margen de una decisión que, por acción negativa u omisión positiva, devuelve a los violentos parte del patrimonio que en su día se les incautó. Las "herriko tarbernas" son, entre otras cosas, sedes encubiertas y clientelares de los violentos y fueron embargadas hace cinco años para desposeer a ETA de una sólida infraestructura política. En ellas se ha encontrado de todo y se supone que cuando los jueces tomaron la decisión de cerrarlas es porque tenían claro que en las "herriko tabernas" se desarrollaban actos delictivos, que superaban la apariencia bonachona de lugar de esparcimiento y chateo.

Ha trascendido que los jueces del Tribunal Supremo, cuando escucharon el informe del presidente de la Sala de lo Social, Joaquín Samper, se mostraron "seriamente preocupados y sorprendidos", pero no se sabe si se van a cruzar de brazos ante esta decisión, omisión o dejación de Garzón o van a obrar con arreglo a la preocupación y la sorpresa que el juez estrella les ha deparado al permitir que Batasuna recupere tan importante patrimonio. ¿Puede Garzón hacer lo que le venga en gana? Si con el trajín que se trae, se le pasan las fechas que marca la Ley para prorrogar el embargo, creo que alguna medida deben tomar los jueces del Supremo, que trascienda a la de la mera preocupación y la sorpresa.

La Ley Hipotecaria establece que las anotaciones preventivas de embargo caducan a los cuatro años, pero que son prorrogables, siempre y cuando se efectúen antes de que expire dicho plazo. Pero a Garzón se le ha pasado o ha querido que se le pase el plazo y el registrador de la propiedad se ha visto obligado, por imperativo legal, a levantar el embargo y devolver los locales a Batasuna. Esta decisión del juez responsable de prorrogar el embargo, hace que ETA y su entorno recuperen los locales que utilizaban, como estaba demostrado, para elaborar sus estrategias de extorsión y chantaje y no para que los abueletes pudieran echarse unas cartas, leer el periódico y ver la televisión. Las 48 sedes devueltas a Batasuna no ayudan liquidar un patrimonio que había sido incautado de forma cautelar. ¿Y el régimen disciplinario de los jueces? Parece que en él se recogen sanciones graves para los jueces que desatienden la tramitación de un proceso o incurren en retrasos injustificados. Pero ni Garzón, pese a sus aparentes superpoderes, puede estar en dos sitios a la vez y es notoria su dejación de ciertos sumarios mientras él se dedica a autopromocionarse, no se sabe muy bien para qué. Garzón parece prestar más atención a la dictadura que sufrieron los argentinos que a las actividades del terrorismo, que tiene encomendado en la Audiencia Nacional.

Si el embargo de las "herriko tabernas" se nos vendió en el 2002 como una medida necesaria para atajar la "visible clandestinidad" de los terroristas, el juez Garzón ponen en cuestión todo aquello, porque la devolución a Batasuna de tan importante patrimonio, cinco años después, acoge las razones que en su día esgrimieron los violentos, en la misma medida que elimina las razones del embargo.

¿Esto también facilita el "proceso de paz?. Lo que está claro que va a facilitar es que las alimañas vuelvan a sus guaridas y que cara al proceso electoral que se avecina, ya disponen de una infraestructura de la que, al menos en apariencia, carecían. Los del entorno etarra ya pueden potear en sus tabernas, mientras el juez Garzón se maquilla para una nueva sesión fotográfica. ¡Qué cosas!

sábado, 14 de abril de 2007

Otra bofetada a España


La deriva de algunas concesiones a los separatistas, con los que el Gobierno se alinea sin prudencia, recato ni pudor, suele concluir en esperpentos como el de la final del Mundialito de Futbol Benjamin, celebrado hace unos días en Portugal. La final la jugaron dos equipos españoles, Valencia y Barcelona y, como suele hacerse en competiciones internacionales, se optó por la forma tradicional de escuchar en pié y en respetuoso silencio el himno de los paises que la disputaban. Nada nuevo, salvo la grata coincidencia de que los dos equipos eran españoles y, por tanto, los dos compartían el mismo himno. En esta ocasión y al tratarse de dos competidores del mismo pais la organización del Mundialito, optó por poner una sola vez el himno nacional español, que, se suponía, afectaba por igual a los dos equipos contendientes. Es necesario resaltar que los contendientes eran niños de ocho años, niños a los que se instrumentalizó políticamente, enseñándoles desde su infancia que el himno nacional de España no les afecta y deben pernanecer al margen y sin respetarlo, ni en el fondo ni en la forma. Vamos, como si oyeran un silbido para llamar al perro.

Estaba programado que cuando los equipos finalistas y el trío arbitral saltaran al campo, comenzara la audición del himno español, con toda la grada puesta en píe, pero a los acordel del himno sólo salió el trio arbitral, seguido del equipo valencianista, porque el equipo catalán se negó a pisar el cesped mientras sonara el himno de España. ¿Es necesario recordar que se trataba de jugadores de ocho años?¿Alguien puede creer que esa decisión la tomaron los niños? ¿Pudieron entender los presentes, representantes de toda europa, que un equipo español repudie el himno de España, mientras ellos lo escuchaban en pié y en silencio? Estas cosas sólo las entendemos en España, porque los foraneos no están afectados por el virus del talante.

En medio del campo, los tres árbitros y los niños del Valencia, escucharon firmes y serios nuestro himno, mientras esperaban inútilmente que salieran sus competidores. Los organizadores creyeron que se trataba de un error y que los catalanes no habían entendido que sólo se haría una audición del himno español, común para los dos equipos, por lo que improvisaron que sonara de nuevo, para que salieran, pero los benjamines del Barcelona no salieron porque “ni reconocían ni se veían identificados con el himno que había sonado”. Permanecieron en los vestuarios y rompiendo todo el protocolo salieron cuando se oía el himno portugués, como anfitrión. ¿Se sentían más identificados con el himno portugués que con el español? Nadie entendía nada, pero la politización de la gran final sobrevolaba todo el campo, con la natural perplejidad de los que no pueden entender nada de lo ocurrido.

“El club ha recibido órdenes “de arriba” y nos hemos limitado a cumplirlas”, fue la explicación que dio el portavoz catalán. Pero después se supo que “arriba” es la Generalidad, el Gobierno catalán, presidido por Montilla, el que antes de presidente, lució palmito como ministro del Gobierno de Zapatero.

¿Quién puede explicarle a esos niños la bochornosa utilización que se ha hecho con ellos? ¿Se avisó a sus padres de que sus hijos iban a ser instrumentalizados y adoctrinados políticamente? ¿Cómo convencerlos, uno a uno o por separado, de que son españoles y de que el himno y la bandera de España es su himno y su bandera? ¿Qué ha hecho el Gobienro de España? Se sabe que nada, absolutamente nada, porque “no hay que sobredimensionar lo anécdótico”.


Caven muchas más interrogaciones y no pocas admiraciones, pero en el fondo ¿qué más da?. La indolencia nos está permeabilizando la espalda y ya no encontramos lugar para el asombro.