lunes, 25 de abril de 2005

El abrazo del oso


¡Llevo toda la mañana con arcadas, desde que he leído y oído, la oferta del “noble” Ibarra, para garantizar la gobernabilidad del Ayuntamiento de Cáceres, tras quedar en minoría el Partido Popular! El mismo Ibarra que logró la presidencia de la Junta por el voto de dos traidores de UCD; el mismo que tiene en Plasencia la alcaldía gracias a una tránsfuga; el mismo que consiguió la alcaldía de Fuente del Maestre comprando a un candidato electo del CDS, al que al día siguiente entregó el carné del PSOE...¡en la Presidencia de la Junta!, el mismo que tiene de portavoz parlamentario a un tránsfuga de IU, sale ahora con la milonga de llamar traidor a un concejal del PP, que abandona su grupo, pero garantizando la gobernabilidad y descartando cualquier intento de moción de censura contra el alcalde, José María Saponi. Lo penoso es que algún desprevenido se deje abrazar por actitud tan hipócrita y ladina, cayendo incluso en la emoción de ver nobleza, talla política y dignidad humana donde solo hay oportunismo, intenciones de meter el dedo en el ojo del PP e hipocresía. Mucha hipocresía.

¿Por qué todo esto? Porque a Ibarra le ha dolido profundamente que el concejal “rebelde”, Felipe Vela, garantizase desde el primer momento la gobernabilidad del Ayuntamiento cacereño. Ibarra lo habría acogido con la “nobleza” que le caracteriza si Vela le hubiera hecho un guiño de complicidad, pero como no ha sido así, Ibarra le llama traidor y se apresura a garantizar al Partido Popular una estabilidad que está garantizada por el propio disidente. Ibarra llama traidor a Vela porque se ha sentido traicionado en su estrategia de lograr cuotas de poder, al precio que sea. Ibarra pensaba sacar partida de la desavenencia y como no ha sido así, se ha apresurado, como siempre, a escenificar la pantomima de su “alma noble y generosas. Con el conflicto en la corporación cacereña vislumbró la posibilidad de morder, como ha hecho siempre que ha tenido ocasión cierta y la actitud digna de Felipe Vela lo ha sacado de quicio. ¿Puede calificarse a semejante patochada de “jugada maestra?. La pataleta con estrambote final de ofertas envenenadas de Ibarra, no es más que un reflejo de su forma de hacer y concebir la política, con los aderezos que siempre ofrecen los que carecen de principios éticos y políticos: navajazo, hipocresía, mentira, e intereses ladinos, pero todo envuelto con papel de “nobleza y generosidad”. ¿A quien engaña Ibarra a estas alturas?

La nobleza en política se demuestra no subiéndose a trenes baratos que, finalmente, acaban en vía muerta. Lo noble sería respetar silenciosamente la disidencia interna en un grupo y no apresurarse a sacar réditos, meciéndose en casa ajena. La dignidad política, no tiene nada que ver con la argucia torticera y rellena de intereses mezquinos con que suele comportarse Ibarra siempre que tiene ocasión. Debería el gran noble dedicarse a dar explicaciones públicas de los enredos de su gobierno y no blanquear con la espectacularidad de declaraciones vacías las irregularidades que son incapaces de explicar. Pero el mérito de Ibarra, hay que reconocérselo, es estar en todas partes, menos dónde tiene que estar.

¡Qué Ibarra se dedique a gobernar, que por eso cobra y para eso le pagamos, y que no pretenda cubra el espacio de su nula gestión con tanta declaración espectacular, tanto gesto a la galería y tanta palabrería barata!¡Que Ibarra gestione la ruina de Extremadura, después de 23 años de ibarrismo y que se deje de panderetas y fanfarrias para distraer al personal, escenificando siempre el mismo libreto! ¡Que Ibarra se decida a ser presidente de la Junta de Extremadura y abandone de una vez afición de “Pepito Grillo” de todos los cotarros ajenos, intentando titulares que ya no engañan a nadie. Bueno, a casi nadie...

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