sábado, 4 de noviembre de 2006

El notario de Artur Mas


Le habrá llegado a Artur Mas el acta notarial asegurándole que «ahora tampoco»? El candidato de CIU, que necesita un notario incluso para estornudar, parece que anda en un sin vivir desde que comenzó a tejerse la alianza entre socialistas, comunistas y republicanos separatistas. El hombre se queja porque después de pasar muchas horas zurciendo el Estatut con Zapatero, después de apoyar al PSOE para que salieran a flote los Presupuestos Generales del Estado, después de hacer guiños y carantoñas a los republicanos y de demostrar su ala progresista certificando ante notario que con el PP ni a recoger monedas de oro, pues le dan portazo y lo dejan, otra vez, colgado de la brocha. Son cosas de la política, son cosas de los políticos.

En una ocasión anterior, Maragall fue el candidato más votado en Cataluña, pero por la distribución provincial del reparto de escaños resultó Pujol el ganador de las elecciones. ¿Puede perder el más votado? Así fue, porque las matemáticas electorales tienen poco de ciencia y mucho de conveniencia. El resultado de aquel disparate llegó dos legislaturas después porque, aprendida la lección, Maragall se pasó al chalaneo con los republicanos y si cuando ganó perdió, cuando perdió ganó. El delfín de Pujol, Artur Mas, que incluso había sido investido sucesor antes de presentarse a las elecciones, probó también la medicina de ganar y quedarse en puertas, porque la suma de socialistas, republicanos y comunistas superaba su soledad.

Como se recordará, se formó un tripartito disparatado, incoherente, ingobernable y desvergonzado porque resultó que los republicanos de Carod Rovira, que se sienten incómodos en España, eran los que sostenían al gobierno de España y al PSOE en Cataluña y en Madrid, quitándole la cartera a los nacionalistas catalanes de CIU. Fruto de estos encamados extraños surgió el Estatut, en el que los republicanos se volcaron para aprovechar la ocasión que les brindaba un gobierno de España débil y en sus manos. Pero como en política la deslealtad es mandamiento universal, a la hora de la verdad los proponentes del Estatut votaron contra el Estatut, porque Zapatero saltó de la cama republicana a la de los convergentes, que andaban agazapados esperando momento y ocasión para desplazar el protagonismo sobredimensionado de un partido como ERC, con más lengua que diputados.

Artur Mas aprendió que ganando también se pierde al mismo tiempo que Maragall aprendía que perdiendo también se gana, e inició una reconversión en sus estrategias haciendo más guiños que un catador de vinagre. El primero, el más estúpido pero también el más solemne, fue servir en bandeja de notario la cabeza del PP para convencer a Zapatero de que ellos, los de CIU, jamás se alinearían con los adversarios del PSOE, y para ratificar el propósito se pusieron a disposición del Gobierno, prestándole apoyo en cuantas iniciativas presentaba, para de forma vergonzante demostrarle que no necesitaban a ERC, porque ya estaban ellos.

Pero llegan las elecciones y, otra vez, corregido y aumentado, los que más votos y escaños pierden, PSC y ERC, interpretan que el electorado ha dejado de votarlos para que acaben gobernando y, otra vez, con absoluta naturalidad, entienden que en Cataluña el que ha ganado debe quedarse en la oposición. Como la alianza CiU- PSC no les convenía a los socialistas porque hubieran tenido que ceder la presidencia a Artur Mas, dejan al que habían cogido y cogen al que habían dejado, repescando de nuevo a Rovira y «qué lástima, pero adiós» dando portazo a CiU, a Artur Mas y a su notario. Y volver a empezar, porque ayer mismo los de CiU comenzaron a votar contra las iniciativas del PSOE en el Congreso y los de ERC han vuelto al redil de las buenas componendas. ¿El paso siguiente? Lo más normal es que los de CiU le envíen a Artur Mas al notario de cabecera para que le comunique que su tiempo ha pasado, que así no se puede seguir y que los pasos que ha dado y las confianzas que ha depositado los ha llevado a un callejón sin salida.

¿Qué diría Cataluña si Cataluña pudiera decir algo? La propuesta de Ibarra de establecer "la segunda vuelta" para que la democracia se vea reflejada en el resultado, lo pondría todo en manos del electorado. ¿Lo aceptaría Montilla? ¿Ja, ja y ja!

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