domingo, 12 de noviembre de 2006

Así se cuenta la historia


Es lamentable que lo que ocurre en la Asamblea de Extremadura esté tan a trasmano de la realidad de la calle y que la calle no entre dentro ni hurgue en un foro que, aunque lo ignore, le cuesta muy caro. La democracia es costosa para el bolsillo del contribuyente, aunque el contribuyente pague y mire para otro lado. Pero lo cierto es que allí, en el Parlamento extremeño, permanece el eco de muchas soflamas tan vacías como oportunistas y, con frecuencia, se ve el desnudo de algunas estrategias bochornosas y denigrantes, porque las hay que yendo como “teresasdecalcuta” redividas, caen en la impudicia de la necrofagia y no tienen inconveniente alguno en montar su perorata sobre mentiras y patrañas, a costa de lo que sea.

Y lo que es en este caso es que, en las cercanías del cementerio de Mérida, el 7 de junio pasado, aparecieron unos restos óseos muy reducidos, calcinados y de escasa representatividad para aportar datos y sacar conclusiones. Se paralizaron de inmediato las obras, se protegió todo el perímetro y llamó a la sociedad científica Aranzadi, la más cualificada para estos temas, para que se hiciera cargo del estudio y evaluación del hallazgo. Los expertos llegaron a Mérida, hicieron su trabajo con la total colaboración del Ayuntamiento, el Consorcio y la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica. Hicieron 184 excavaciones, hasta llegar en todas ellas a “suelo firme”, analizaron los restos encontrados, diez fragmentos en total, a los que se unieron unos cuantos más recogidos, durante la exhaustiva búsqueda. Llegó a Mérida un georádar, tecnología capaz de encontrar restos óseos a gran profundidad y el resultado fue prácticamente el mismo, porque apenas se pudieron encontrar unas cuantas esquirlas más.

¿La conclusión de todo esto? La búsqueda, el estudio y análisis de lo encontrado y del lugar donde estaban los restos concluye en una indefinición absoluta, porque los expertos no se atreven, con tan escasa representatividad a dar un diagnóstico concluyente: “SE TRATA DE PEQUEÑOS FRAGMENTOS Y ESQUIRLAS QUE SE CORRESPONDEN CON MÁS DE UN INDIVIDUO (SIN PODER PRECISAR) Y QUE HAN EXPERIMENTADO UN GRAN DETERIORO COMO CONSECUENCIA DE LA ACCIÓN DEL FUEGO, QUE INTERPRETAMOS COMO POST MORTEN Y MUY PROVABLEMENTE RELACIONADA CON LABORES PROPIAS DEL CEMENTERIO EN TAREAS DE LIMPIEZA (EXHUMACIÓN Y REDUCCIÓN DE SEPULTURAS). TENIENDO EN CUENTA LA ESCASA REPRESENTATIVIDAD DE LOS HUESOS RECOGIDOS Y SU MAL ESTADO DE CONSERVACIÓN NO ES POSIBLE ESTABLECER CRITERIOS PARA ORIENTAR SU IDENTIFICACIÓN”

¿Se puede con todo esto proclamar, afirmar, defender y mantener que “LA APARICION DE UNA FOSA CON LOS RESTOS DE FUSILADOS REPUBLICANOS EN MERIDA POR EL EJÉRCITO DE FRANCO EN EL CEMENTERIO EMERITENSE, LUGAR EN EL CUAL SE PRACTICÓ UN GENOCIDIO SISTEMATIZADO QUE BUSCABA ACABAR CON LA MEMORIA Y LA VIDA DE QUIENES ENCARNABAN LOS IDEALES DE LA II REÚBLICA, NOS VUELVE A SITUAR A LAS FUERZAS POLÍTI CAS EN LA SITUACIÓN DE PROCEDER A LA RECUPERACIÓN MORAL Y POLITICA DE LAS VICTIMAS DEL FRANQUISMO”? ¿No sería más prudente esperar a que la fosa aparezca? ¿Podemos pretender “la recuperación moral y política del las víctimas del franquismo” con patrañas semejantes? ¿No merecen los fusilados, que parece que sí los hubo, un mínimo de respeto? ¿Es lícito ordeñar la mentira para sacar tajada política con asuntos que reabren heridas y despiertan dolor?

¿Se puede caer en la indecencia de afirmar que la corporación emeritense ha pretendido “ECHAR PALADAS DE TIERRA SOBRE LOS RESTOS ENCONTRADOS”?

¿Se puede caer en la demagogia pestilente de solicitar “UN MONUMENTO A LAS VICTIMAS DEL FRANQUISMO FUSILADAS EN LAS TAPIAS DEL CEMENTERIO DE MÉRIDA y rechazar la oferta de “un monumento para todas las victimas y que simbolice el horror de la Guerra Civil y la reconciliación?

Pues todo esto se ha hecho. Y se ha hecho en la Asamblea. Y la que lo hizo, encima, puso cara de palo y se mostró ofendida cuando tuvo que oír que ella se había criado bajo el manto protector del franquismo y que todo lo que había proclamado era un embuste navajero. ¡Cosas que pasan!

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