viernes, 20 de enero de 2006

El cante


Winston Churchill, con el cinismo que le caracterizaba, decía: “sólo me fío de las estadísticas que yo mismo he manipulado” y algo así, sólo que sin el cinismo inteligente del inglés, debió pensar el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid cuando afiló el lápiz y manipuló la prospección que le pasaba la Policía Nacional, sobre el número de personas que participaron en la manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo del pasado sábado, en Madrid. Y cuando hablo de cinismo inteligente, es porque me parece muy cínico, pero poco inteligente, quitar un cerito a 1.400.000, para dejarlo en 140.000 personas.


Las diferencias sobre asistentes a las manifestaciones no son nuevas, pero tienen los días contados, porque hoy existen procedimientos muy eficaces para aproximarnos a la realidad. Que nadie me tome al pié de la letra, pero un experto de la Guardia Civil ha explicado, más o menos, algo así: Cada calle ocupada se divide en diez tramos que se fotografían tres veces, con un intervalo de veinte minutos. Después, con un programa informático se escanea cada una de las 30 fotografías y con un error de mas/menos 5%, nos podemos acercar mucho a la realidad. El informe que la Policía Nacional pasó al delegado del Gobierno era de “un contingente humano superior al millón de personas”, pero cuando salió de la mano del responsable político, sufrió una merma tan bruta que ha hecho reír incluso a los tertulianos más acérrimos de las tesis de Zapatero.


Pero como estamos en Extremadura, ¿recuerdan la manifestación pro refinería que montaron Junta/PSOE/sindicatos? Con ése procedimiento -¿técnico-científico?- la Guardia Civil pasó a la delegada del Gobierno un informe en el que el número de manifestantes, traídos en autobuses, incluso desde Cataluña, para hacer turismo gratis durante un fin de semana, no superaba las 2.000 personas. La señora delegada, la misma que pone multas a los que discrepan, afiló el lápiz y multiplicó por seis. ¡Ríanse Uds, de la multiplicación de los panes y los peces!


¿Tiene mucha importancia este esperpéntico baile de cifras, según los intereses del que cuenta? La única importancia es que el que cuenta delata sus intereses. A la delegada del Gobierno en Extremadura le interesaba que la manifestación de Ibarra, en Villafranca de los Barros, fuera multitudinaria y al delegado del Gobierno en Madrid quería lo contrario. Y ése trasfondo sí tiene importancia, porque delata exactamente en qué orilla se sitúa el Gobierno y sus delegados, en cada momento.


El Gobierno de Zapatero quería el fracaso de la manifestación convocada por la AVT, con lo que se ubica en una orilla diferente, porque frente a las víctimas no está el muro de las lamentaciones, sino sus verdugos: ETA. Y con esto, ya lo afirmo desde aquí, no estoy situando ni al Gobierno ni al PSOE al lado de los terroristas, pero si creo que hay intereses circunstanciales que también juegan su partida en todo esto y que ahora el Gobierno de España, creo que con una ceguera histórica, está buscando a la desesperada una sonrisa de los del tiro en la nuca. Una sonrisa que remiten envuelta en bombas, bombas, bombas y más bombas. Seguir insistiendo en ésa vergonzosa claudicación, es un escupitajo en el ojo de un estado de derecho. Un cante. Un cante estridente que insufla oxígeno en los pulmones de los terroristas.


Es legítimo acabar con esta guerra que los violentos tienen declarada a España. Legítimo y necesario. Lo intentó Suárez, Felipe González, Aznar y ahora le toca turno a Zapatero, pero sin perder el norte de quienes son los verdugos y quienes las víctimas, porque España no puede silbar y mirar para otro lado, tratando el tema con un frío “de tu a tu”, ni partiendo de la repugnante premisa de que el tema acabe en tablas y no haya vencedores ni vencidos. La vencida, de momento, es España y la AVT, que no se olvide.

miércoles, 4 de enero de 2006

La deuda histérica


José Antonio Monago lo escenificó muy bien en la tribuna de la Asamblea de Extremadura. Más o menos vino a decir algo así: dos señores frente a frente, Zapatero y Mas, un bobo y un pillo (esto es mío), buscando y rebuscando hasta encontrar lo inexistente, la nada, la añorada cuadratura del círculo o lo que es lo mismo, la deuda histórica de España con Cataluña. A partir de ahí. Monago ya habló siempre de “la deuda histérica”, porque fuera del histerismo es difícil justificar semejante patraña. Monago es cartesiano y no gusta de perder el tiempo con soflamas inconsistentes ni sofismas de tienda cien: “si España tiene una deuda histérica con Cataluña, con Extremadura tiene la redeuda y fuera de todo histerismo”. ¿Que qué dijeron los socialistas? Mandaron a uno que parece descolgado de un cuadro del Greco, para que hiciera dos gracietas y amagara con un chistecito ramplón. Es lo que hay, no dan para más. Hace mucho que los asuntos que afectan a Extremadura les cogen a trasmano.

¿Puede alguien entender que Extremadura tenga que aportar parte de lo suyo para que “el bobo solemne” pueda sacar adelante un Estatut desintegrador? ¿Tenemos que aceptar las trapacerías del gran indolente? Los pesoistas, lo entienden, porque ellos entienden todo lo que llega en sobre lacrado desde Madrid. Lo peor no es lo del “bobo”, sino que todo el PSOE parece haberse contagiado del virus de su bobería y los extremeños, capitaneados por el sargento bocazas, intentan justificar lo de la deuda histérica con la pobrecita Cataluña, tan delgaducha y desasistida ella. A Ibarra le parece positivo lo acordado entre el bobo y el pillo, porque Ibarra lleva muchos años ausente y todo lo que no sean sus batallitas mediáticas y sus discursos de nanas, le cae muy lejos. Ibarra, está tan pasado que ha llegado al reduccionismo fascista de “tengo razón porque me votan, me votan porque tengo razón” Así todo el tiempo, de ahí no hay quien lo saque. Después de un cuarto de siglo, él ya no sabe dónde empieza ni dónde termina la democracia, porque está convencido que la democracia es él. Pero es verdad que se le vota, aunque a la vista de cómo está Extremadura, somos muchos los que nos preguntamos por qué.

Lo de Cataluña es como los entremeses de una almuerzo que se promete copioso, porque la procesión viene por barrios y los del barrio de ETA ya se acercan al salón de comensales. ETA se muestra pletórica haciéndole cortes de mangas al solemne bobo y muy reconfortada, porque algunos ya la ven como un partido político “que utiliza procedimientos modernos”. Si lo moderno es el tiro en la nuca, no hace falta ser Julio Verne para barruntar que pronto veremos a los pistoleros como mártires de la democracia. De momento, la vicepresidenta, la señora Fernández de la Vogue, dice que la apuesta por el diálogo no debe plantearse en términos de vencedores y vencidos… Cuando así se empieza, es porque se quiere acabar invirtiendo los términos, ay.

¿Cuántas deudas histéricas habremos de pagar, querido José Antonio Monago? Después de la histérica de Cataluña, nos llegará el recibo de los vascos, los gallegos, los canarios… Es decir, que lo peor está por llegar. ¿Habrá también una deuda histérica con ETA?