jueves, 25 de agosto de 2005

Con la refinería al fondo


En el Partido Popular no hay 'prietas las filas', bocas selladas, mandato imperativo ni libreta de condenados; por eso es posible opinar sin que nadie se vea colgando de una cuerda. ¿Quiere esto decir que en el PP hay disidencias y discrepancias? No, sencillamente hay gente que piensa. La suerte o la desgracia que tienen en el PSOE, donde Ibarra piensa por todos, por suerte o por desgracia no la tenemos en el PP. Pero no debe entenderse con ello que el Partido Popular carece de criterio y de unidad porque en cada una de las cuestiones que afectan a Extremadura se posiciona claramente. ¿Y en la refinería también? Sí, en la refinería también. Desde hace muchos meses venimos diciendo que será nuestro presidente regional, Carlos Floriano, quien indique a este respecto la postura determinante y determinada del PP como partido. Y cuando eso ocurra todos estaremos detrás, al margen de los criterios individuales.

Yo sé que despejado el 'quién' la exigencia inmediata es el 'cuándo', y para no caer en el cinismo, que también en esto hay que marcar distancias, lo voy a responder con toda sinceridad: cuando nos dé la real gana. ¿Otras razones? Haylas: cuando lo consideremos oportuno, cuando calibremos las informaciones que nos han llegado, que nos están llegando y que nos llegarán, y, finalmente, cuando estimemos conveniente salir sin hacerle el juego ni a unos ni a otros. Porque resulta curioso que los del 'sí' y los del 'no' esgrimen el mismo argumento para desacreditar la postura del contrario: la falta de información. Viéndolo así, la única postura sensata es esperar. Y ésa es la postura del Partido Popular, que no ha querido entrar en la contienda, en el pugilato de disparates ni en el recuento de los réditos electorales que parecen obsesionar a los señores del PSOE. Porque si queremos ser serios, pero serios de verdad, habremos de recordar que desde hace casi tres años Ibarra viene vendiendo la panacea del proyecto refinero como una idea personal. En cada una de sus intervenciones dentro y fuera de Extremadura sigue 'erre que erre', hasta el punto de que casi todo el mundo está en la creencia de que el Grupo Gallardo va de su mano y por su mano. Si además no se respetan las formas y se cometen errores de bulto, si median supuestos intereses políticos/familiares y se recurre incluso a la descalificación, la amenaza de que se vea el fantasma del favoritismo es casi una lógica consecuencia. Aunque los fantasmas sean fantasmas.

¿Ha beneficiado esta descarada politización al proyecto? A la vista está que no. Incluso podríamos asegurar que Ibarra, con su actitud, su empecinamiento y con su torpeza, es el peor enemigo de la refinería, que de amor también se mata. A ningún otro líder político con un mínimo de mesura se le ocurriría montar una manifestación utilizando todos los resortes de la Junta; a ningún otro se le ocurriría utilizar la refinería como tapadera para ocultar las corruptelas de un consejero, y sólo Ibarra es capaz de espolear hasta la sangre un proyecto por el que, presuntamente, tiene tanto interés. Lo mismo le pasa con Extremadura, que la quiere tanto que no la deja crecer. Llamar a CC. OO., UGT y otros para escenificar el 'acuerdo universal' o traer a Villafranca de los Barros a la Federación Española de Municipios y Provincias para que su presidente, Paco Vázquez, nos entusiasme con los beneficios del proyecto, no son más que torpezas e inequívocas muestras del 'fuenteovejunismo' que Ibarra exige para todos sus arrebatos. Personalmente creo que a la refinería y a Alfonso Gallardo le iría mucho mejor si Ibarra no pusiera tanto empeño y no los quisiera tanto.

En el Partido Popular no nos hemos dejado tentar por la facilidad que la ocasión nos brindaba. Así de claro. Hemos escuchado a todo el mundo, pero no nos hemos dejado empujar por los que nos animaban a ocupar la orilla opuesta. Sabemos que el PSOE se habría tirado en plancha y se hubiera comido las gambas crudas, pero nosotros entendemos que hay que ser serios y no hacer politiquería con la política y a cualquier precio. Por supuesto que recordamos la campaña contra la central nuclear de Valdecaballeros y sabemos de la rentabilidad que de allí sacaron los entonces ecologistas del PSOE. Todavía hay pintadas delatoras de la campaña estrafalaria del 'Prestige' y no hemos olvidado las manifestaciones ni los ladrillazos del celebérrimo y celebrado 'día de reflexión' tras el 11-M, pero ¿se puede exigir que todos hagamos lo mismo y nos comportemos de la misma forma? No, no estoy insinuando que el PP sea un partido arcangélico donde cada militante lleva dos alitas blancas pegadas a la espalda, pero es evidente que es de otra forma y busca metas diferentes. Para gustos están los colores y los olores, y el que quiera seguir perfumándose con la esencia 'Más de lo mismo' sólo tiene que votar como hasta ahora. Nosotros sabemos que las vendas, por mucho engrudo que las sostenga, acaban cayéndose. Nuestro proyecto tiene tiempo y no está en la UVI política.

Hace unos días, Juan Sillero, consejero delegado de AG, se lamentaba resignado del grado de crispación que suscita la refinería cuando muy cerca, en Huelva, se está proyectando algo similar sin que apenas tenga reflejo en los medios de comunicación. Y se dolía, creo que con mucha razón, de que algunos hagan de Alfonso Gallardo, otra vez, su personal saco de entrenamiento. Tampoco es el caso del Partido Popular. Nosotros respetamos a Alfonso Gallardo, reconocemos su obra y su apuesta por Extremadura, aplaudimos su capacidad de riesgo y creemos que son las actitudes de otros las que desvirtúan sus reconocidos méritos. Para apuntárselos y aprovecharse de ellos.

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