jueves, 26 de mayo de 2005

Desavenencias en el chanchullo


Ya se sabía que lo de la denuncia a los mas de cien ciudadanos de Villafranca por “silbar y abuchear” al secretario de organización del PSOE era un chanchullo repleto de pestilencias caciquiles. Ya se sabía que la orden de poner firme al personal había partido del propio Ropero, que formuló la denuncia, pero conociendo el panorama, es evidente que con el visto bueno de un Ibarra cada día más empeñado en superar sus propios excesos. Ya se sabe que lo que pretenden es enviar avisos a navegantes para que aflojen la protesta contra cualquiera de sus decisiones y ya se sabe que la delegada del Gobierno es una mandada que no sabe ni por donde sopla el viento, aunque, eso sí, tiene muy claro que lo suyo es obedecer al que manda y el que manda en ella es Ibarra, que es el verdadero delegado del Gobierno. Es curioso, Ibarra cobra como presidente de la Junta, pero ejerce de delegado del Gobierno. La delegada del Gobierno cobra como tal, pero ejerce de brujita firmante al servicio del PSOE. Ropero cobra como alcalde de Villafranca, pero ejerce de secretario de organización del PSOE y, en resumidas cuentas, todos cobran de nuestros presupuestos, pero para hacer política de partido.

Bueno, pues ahora resulta que después de que un centenar de “violentos forajidos” hayan recibido la denuncia de 301 euros por SILVAR Y ABUCHEAR ahora a don Ramón Ropero (que dicen que es de los más listos que tiene el PSOE y por eso Ibarra lo quiere lejos) rectifica a la Delegación del Gobierno porque la causa real son AMENAZAS E INSULTOS. ¿En qué quedamos, doña Carmen Pereira? ¿Hay que pagar por silbar, como dice su excelencia o hay que pagar por amenazar, como dice el señor de Villafranca? ¿Cabe también una multita por reirnos? Es que a mi me da la risa tonta cuando veo a tanto leguleyo de ocasión en plan salvapatrias y lo que quiero saber es si debo reirme para adentro o puedo explosionar en una carcajada. Es que en Villafranca es un clamor la denuncia que le ha llegado al Mudo, porque sea por silbar y abuchear, sea por insultar y amenazar, hasta ahora, nadie le había oído nada. ¿No lo habrá denunciado por pensar?

Que bueno sería que a doña Carmen Pereira, tan estricta ella, la nombraran delegada del Gobierno en el País Vasco, para que metiera en vereda a a todos los etarrines que, otra vez, han comenzado a divertirse con el democrático juego de “kale borroca”, que, como se sabe, consiste en quemar autobuses, bancos, cabinas telefónicas y empresas que no pagan el impuesto revolucionario a sus papas. Ella allí y el que allí tienen que nos lo traigan a Extremadura, para que también se ría de las chorradas de Ropero y de las monsergas de Ibarra. En el País Vasco hay licencia para quemar, mientras los socialistas libertarios extremeños, quieren imponer el toque de queda en Villafranca de los Barros. ¡Son unos quedones!

En el fondo, lo que le pasa a muchos es que les gusta jugar, que se pierden por el juego, vamos. Y así nos va.

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